Nací en Buenos Aires donde vivo y trabajo actualmente.
Egresé de la escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyredón, especializándome en Pintura en 1989.
Asistí a talleres de formación en arte con diferentes maestros, entre ellos: Alfredo Portillos, Andrés Guibert, Anibal Carreño, Alicia Romero, Hugo Petruchansky, Elsa Soibelman, Alicia Prego, Vladimir Merchensky, Juan Ian y Paola Brao.
Como siempre me interesaron los diferentes lenguajes artísticos comencé también a incursionar en disciplinas del movimiento (danza contemporánea, danza-teatro, danza afro, contact- improvisation) con maestros como: Roxana Grinstein, Brenda Angiel, Vivian Luz, Carlos Casella, Gustavo Lesgart, Ana Frenkel, Mayra Bonard, Marina Giancaspro, Gaby Gurrieri, Federico Fontán y Keko Barrios, entre otros.
También estudié y trabajé en edición de video y medios electrónicos con Rodolfo Hermida y Miguel Perez, realizando cortos de animación.
En 1993 realicé la Instalación "Son los mismos pero Distintos" junto a Mercedes Curtoni en las Salas Nacionales de Cultura / Palais de Glace donde a través de un proyecto de investigación conjunto llevamos a cabo un montaje de cajas, objetos y una video instalación.
Durante los años '90 mi actividad se expandió hacia el ámbito de la escena teatral y el arte de la performance. Integré el grupo de danza/teatro:"Los Celebrantes", dirigido por Vivian Luz y realicé Objetos Escénicos para sus obras.
En esos años creamos el Grupo Fosa, (junto a Claudio Braier, Cecilia Nazar, Norberto José Martinez, Javier Sobrino, Ada Suarez y Anabel Vanoni) con quienes realicé performances, video-arte e instalaciones.
Entre 1998 y 2007 fui madre tres veces, en esos períodos de partos y crianza, aprendí técnicas de mosaiquismo que apliqué a objetos cotidianos.
Desde el 2008 dirijo Polinomio Eventos, un espacio de eventos y espectáculos.
Hace varios años me dedico a la pintura. Mi búsqueda pictórica está cargada de gestos espontáneos, viscerales, sin pensamiento, intento sumergirme en el caos que me proponen las manchas, las salpicaduras y chorreaduras. Esa trama que de a poco voy construyendo empieza a adquirir un sentido, propone recorridos laberínticos, a veces lúdicos, otras tortuosos, donde habitan animales que clasificamos como comestibles (vacas, cerdos, gallinas ó peces) sin entidad, desechos de una sociedad que naturaliza la crueldad al extremo.
Estos territorios hostiles, inquietantes, inestables paradójicamente se cargan de color y a través del juego de la repetición de los ornamentos y el ritmo sumergen al espectador en una experiencia onírica.